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"En el ojo del huracán"

Cartas de Ultramar a España, 1823 - Edición digital

Las cartas y el contexto histórico de 1823


El año 1823 fue un año de profundos cambios, una divisoria en la historia de la Monarquía española en ambos lados del Atlántico. A continuación, para conocer mejor el contexto en el que se producían las cartas editadas, damos un breve repaso por la situación en ese momento en diferentes regiones de la Monarquía española, especialmente en la región caribeña, donde fueron escritas.

La Península

En 1820, se había producido un levantamiento liberal en la Península, iniciando un período de constitucionalismo (Trienio liberal), en el que fue reactivada la Constitución de 1812. El rey Fernando VII hizo todo para socavar el proceso, y cuando en 1822 el ala más progresista y radical de los liberales (exaltados) asumó el Gobierno, el campesinado más conservador (y que económicamente no profitó de las reformas) y los partidarios del absolutismo (serviles) en algunas partes del norte de España se alzaron y formaron guerillas (facciosos), que se consideran antecedentes de los grupos carlistas de décadas venideras. Ante el succeso de los exaltados, también las potencias conservadores de la restauración europea, unidas en la Santa Alianza a principios de 1823 acordaron una intervención para restablecer a Fernando VII como monarca absoluto. A principios de abril, el Éjercito invasor, llamado los "Cien mil hijos de San Luis" se puso en marcha, encontrando poca resistencia popular. Todavía en abril, las Cortes se retiraron de Madrid a Sevilla y en junio de ahí a Cádiz, que debió rendirse como última plaza el 23 de septiembre de 1823. De acuerdo a la vigente política restauradora, el bando victorioso reaccionó con terror, severa represión y censura, inaugurando así la década ominosa. Mientras tanto, en 1823 la situación en la América española - desde el punto de vista de la metrópoli - iba de mal en peor.

Nueva España (México)

En la Nueva España, donde una mentalidad lealista había sido más dominante en grandes partes de las élites, fue exactamente la rehabilitación de la Constitución la que había conducido a un cambio repentino de opiniones de la élite criolla en favor de la Independencia y a la proclamación del Plan de Iguala en 1821 por Agustín Iturbide. Efectivamente, España a partir de 1821 ya no contó con presencia militar-administrativa en Nueva España más allá del fuerte de San Juan de Ulúa (Veracruz).

Rio de la Plata, Chile y Perú

En la América del Sur, el Rio de la Plata y Chile para 1820 ya estaban firmemente en manos de los insurgentes. Entre 1821 y 1825, el Perú y el Alto Perú (Bolivia) se convirtieron en zonas de diversas campañas militares realistas, así como de los libertadores Simón Bolivar desde el norte y San Martín desde el sur. La batalla decisiva del conflicto solo se dio el 9 de diciembre de 1824, con la victoria decisiva por José Antonio de Sucre en la batalla de Ayacucho.
También hay que tomar en cuenta que las fuerzas realistas en América vivieron la misma confusión y el antagonismo existente en la Península. En 1821, el liberal José de la Serna había destituido al anterior comandante en el Perú, el servil Joaquín de Pezuela. ¡Con el renovado cambio de sistema en 1823, del que no se sabía mucho (y muy tardiamente) a causa de la interruptada comunicación con la Península, de la Serna comandó un Ejército leal a una España que ya no existía!

Nueva Granada y Venezuela (Gran Colombia)

En la parte septentrional de la América del Sur, las circunstancias eran diferentes. El enfrentamiento en la Nueva Granada y Venezuela fue especialmente acérrimo, con acciones de terror contra la población civil por ambos bandos y el deplazamiento de considerables populaciones, por lo menos hasta 1820, cuando se firmó un acuerdo de regularización de la guerra. Tras un entreacto de reconquista realista, con la batalla de Boyacá y la consuiguiente toma de Bogotá en agosto de 1819, Bolívar consiguió unir Quito, Cundinamarca (Bogotá) y Venezuela en el nuevo Estado de Colombia. El 24 de junio de 1821, Bolívar ganó otra batalla decisiva en Carabobo contra el capitán general de Venezuela, Miguel de la Torre, y consiguió tomar Caracas y Maracaibo. Los realistas se retiraron a Puerto Cabello, donde Francisco Tomás Morales luego reemplazaría a de la Torre como capitán general.
Tras esta victoria, Bolívar se dirijió al sur, con la intención de reunir los esfuerzos independistas hacia una nueva patria única americana. A partir de 1822, Bolívar se encontró en Quito y el Perú. Mientras tanto, Morales recibió resfuerzos desde la Península y a partir de agosto 1822 - tras una derrota inicial en Sabana de la Guardia (Naguanagua) - logró reconquistar las provincias de Maracaibo y Coro en la llamada campaña de Occidente. Pero ya a fines del año la campaña se detuvo. Los independistas intensificaron el sitio de Puerto Cabello y decretaron un bloqueo naval. La llegada del capitán de navío Ángel Laborde, quien consiguió el temporal levantamiento del sitio, renovó las esperanzas realistas y condujo a una serie de combates navales indecisivos, hasta la victoria colombiana en la batalla naval del Lago de Maracaibo el 24 de julio de 1823 por el almirante José Padilla. Laborde tuvo que fugirse a Cuba, y Morales capitúlo con sus tropas el día 3 de agosto en la ciudad de Maracaibo. Finalmente, con la toma de Puerto Cabello el 8 de noviembre de 1823 por José Antonio Páez se acabó la presencia española en la costa de Tierra Firme.

Las islas caribeñas

Santo Domingo, tras un breve episodio de independencia y un esfuerzo para unirse a Colombia en 1821, en 1822 fue invadida por tropas haitianas y quedó fuera del dominio español. La situación en las demás islas, Cuba y Puerto Rico, en cambio, fue más estable. La composición de la población no favoreció tales tendencias: una gran población esclava (con el consuiguiente temor de una "haitianización" por parte de las élites) y un número muy crecido de emigrantes peninsulares que buscaron escapar la situación en la Península sin meterse en el avispero de la América continental.
En Cuba, los partidarios de la independencia no entcontraron tierra fertil para sus ideas en la isla y por la mayor parte participaron en las luchas de Tierra Firme. Solo en 1823 hubo un aislado intento conspirativo por parte de la logia masónica "Soles y Rayos de Bolívar", luego sofocado por el recién llegado capitán general Francisco Dionisio Vives en mayo de 1823. Una situación similar se dio en Puerto Rico. En 1822 Miguel de la Torre fue designado capitán general (después de su destitución en Venezuela) todavía por el gobierno liberal, pero con autoridad solo en lo militar, mientras que el poder civil cayó en el jefe político superior José González de Linares y el intendente José Domingo Díaz - ambos realistas venezolanos desplazados de su patria.
Como regla general, en esos años tanto Puerto Rico como Cuba se llenaron con refugiados y desplazados de otras partes del continente y sirvieron como retaguardia para las campañas militares: allí se juntaron o reordenaron las tropas, allí fueron mandados heridos, inválidos, desertores, etc.

Allí, en medio de las revoluciones y disturbios del mundo hispánico, para 1823 se vivía en una calma, pero tensa - en el ojo del huracán.

Las cartas en su contexto histórico

Las cartas privadas aquí presentadas se encuentran en el Archivo Histórico Nacional, en la sección Estado, enmarcadas por noticias e informes diversos mandados a España por el capitán general de Puerto Rico, Miguel de la Torre. Ahora, ¿qué hacen varias docenas de cartas privadas y hasta una carta de amor en un archivo administrativo? El contexto histórico general arriba esbozado ayuda a formular hipotesis acerca de esta pregunta.
Hay una carta fechada el día 2 de enero de 1823, escrita por un soldado preso por los insurgentes en La Guaira, algunas escritas en marzo, y la gran mayoría en mayo o junio de 1823. La carta más tardía es fechada el día 1 de julio. En todo caso, al escribirse las cartas, la invasión francesa en la Península estaba desarrollandose en la Península, pero los autores de las cartas no sabían nada de ella, o sólo que sería inmanente. Y en ningún caso conocían el resultado de las convulsiones: la rápida caída del gobierno liberal.
Seguramente hay varias hipótesis legítimas que puedan explicar la existencia de las cartas en el AHN. En mi juicio la más probable es que es inmediatamente vinculada con el cambio de sistema. Las cartas más tempranas provienen de Tierra Firme, una de Santiago de Cuba y algunas de Puerto Rico, las de junio fueron todas escritas en Puerto Rico. Podemos suponer, así, que constituyen la correspondencia particular mandada por correo en un solo barco a la Península. Analizando los lugares de destino (hay cartas a las Canarias, a Andalucía, Extremadura, y sobre todo a Cataluña), también es posible acertar la ruta tomada por el buque, probablente un místico con el nombre "Español: primero a La Palma o Santa Cruz en las islas Canarias, luego a Cádiz y después a Barcelona.
Aparentemente no han llegado ni las cartas a Canarias: fueron interceptadas o en la mar, o en un puerto canario. Se puede sospechar que las nuevas autoridades absolutistas aprovecharon la ocasión para informarse de los pensamientos y lealtades políticos de los españoles residentes en las restantes posesiones de Ultramar, sea acerca de las independencias americanas o acerca de la pregunta constitucional. El identificar la conservación de las cartas como acto de inteligencia política es respaldado por otra serie de cartas intrapeninsulares (CORRESPONDENCIA ESPAÑA. Correspondencia de carácter oficial y particular) en el mismo legajo, con la palabra clave "Purificaciones" - el término usado para el sistema de opresión política durante el reinado de Fernando VII.

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